Arquitectos: Carlos Andres Di Nápoli, Andrés Francesconi, Ignacio Caron, Lucas Henquin Ubicación: Reconquista, Argentina Cliente: Gobierno de la Provincia de Santa Fe, Argentina Área Proyectada: 5,000 m2 Área Total de Suelo: 20,000 m2 Año Proyecto: 2010
La implantación del edificio sobre el terreno actúa como contención del espacio público existente en el área de la costa del arroyo El Rey. El espacio verde de escala urbana sirve de soporte y contrasta con el edificio, institución de referencia y representatividad de escala metropolitana.
El “vacío” es el que quiere dominar a la arquitectura, y viceversa; la propuesta de una plaza cívica rampada, de suave pendiente de acceso al edificio como continuidad del espacio público exterior, acentúa esta relación y carga de significado este lugar: es el público masivo quien hace de este atrio un “lugar”.
El edificio intenta expresar la relación preexistente del hombre con la luz y la tierra: la arquitectura se expresa en un cuerpo homogéneo que se eleva sobre la tierra, como un segundo horizonte, evitando el contacto con la naturaleza que lo antecede.
El edificio como claustro elevado. Un lugar en medio del paisaje, insinuado apenas entre el vasto follaje como una presencia silenciosa, articulado con el terreno mediante una topografía alternativa, practicable y permeable. Ésta ayuda a sostener el inmaterial volumen del edificio, que se posa sobre la misma.
La arquitectura propuesta busca siempre la luz, des-materializa sus muros exteriores para tamizar, acondicionar y atemperar el clima. La carpintería exterior se recede para amortiguar la incidencia del sol sobre las superficies de trabajo. Bajo esa trama inmaterial de malla traslúcida se conforman espacios de plantas flexibles, adaptables a cualquier transformación de uso que todo edificio público requiere.
El “patio central”, permite “encerrar” parte de la naturaleza dentro del edificio, cuyas circulaciones se extienden como calles públicas elevadas acompañando la tupida vegetación de especies autóctonas. El auditorio se sitúa dentro de este patio, articulado mediante el Hall institucional, que divide el edificio en forma axial, desde el cual se distribuyen las diferentes áreas programáticas.
La arquitectura cobra valor cuando pertenece al colectivo imaginario y para esto el hombre, como protagonista de esta interacción, necesita ejercer y participar activamente de la vida cívica. Las instituciones representativas son la mejor herramienta democratizadora para llevar estas tareas adelante y pregonar una igualdad social.